
De que vivimos en una falsa democracia, en que la orientación efectiva del sistema político, social y cultural la realizan unos pocos grandes grupos económicos y no las grandes mayorías nacionales.
Es más, este movimiento ha comenzado a develar que el orden político-institucional es irreformable desde dentro y que para que el pueblo pueda establecer el sistema educativo que quiere (y el laboral, previsional, de salud, etc.) requiere, en definitiva, de un plebiscito o de una asamblea constituyente que, por cierto, no están contemplados en la Constitución impuesta en su momento por Pinochet y hoy suscrita –luego de algunas modificaciones- por ¡Ricardo Lagos!
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